El bosque – el riachuelo y el cangrejo
Melissa Ardan Rojas



Qué hermoso el bosque cuando brilla la luna,

cuando cantan los grillos y la luz se refleja en las hojas

y copas de los árboles... 

También el alma del hombre está poblada de cantos del corazón

sonidos que asemejan las voces de las aras,

hay por allí mas de un mono aulladores,

pero también hay brisa fresca de la tarde y olor a gardenias

otras se muestra el alma tan quieta y tan silente,

como el espejo de un lago, donde salta algún pescado y

pasa volando por allí alguna garza.. 

 

Se podría jurar que hasta se escucha como se rompe una rama.

A mí, me gustaba escuchar el sonido del viento

cuando hacia sonar las ramas del cocotero. Habian tórtolas

y mariposas que jugaban con las flores, por la mañana.

 

Así, como los seres que pueblan este bosque y

no he de negarlo con gusto

me escondería como una ardilla o un venado

que busca de un hermoso lugar

para guardecerme.

 

Me gusta el trópico, porque los olores de fruta

circunda el aire.

 

Asi, en el alma los recuerdos yacen en el camino

yo trato de cuidarlos y de no romperlos,

de no quebrarlos, de no perderlos.

 

Los sentimientos son como todos esos sonidos,

de seres que sorprenden y al emitir sus voces

y pueden ser sin duda alentadores,

siento una tristeza que viene en camino,

parece aire de agua que avisa que la lluvia esta cerca.

 

¿Que hacer entonces con las ilusiones? ¿con los sueños?

los arrebataría de mí un ciclón repentino y

se llevaría mis hermosos recuerdos y caerían éstos

como hojas en un riachuelo o tal vez vuelen hasta la playa

para que un cangrejo las encuentre... y se los lleve

a una sirena...