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Vuelve la soledad a esta hora
y
viene con sus clásicos pretextos
de
apretarme el pecho,
constriñendo
mis recuerdos,
abreviando
las palabras
que
nunca pronuncié.
Hoy, le
he preguntado de nuevo
¿Por qué?,
y
con
su vieja maña
me
ignora,
no
me
mira,
me
humilla,
y
en
complicidad con
el
pañuelo secan los ríos
de
recuerdos
y
de
voces que caen
en
la
alfombra.
Por un momento
se
va,
me
deja
sola,
coqueteando
desde allí,
desde
el
mismo espacio que la conocí.
Me advierte
su
lento regreso,
su
silenciosa presencia,
que
me
abraza,
por
siempre ,
disfrazada
de
comedia,
danzando
conmigo al vaivén de mis instantes,
robando
esas
palabras
que
nunca pronuncié.
De su
libro:
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