La visita
María Isabel Urrea


Vuelve la soledad a esta hora

y viene con sus clásicos pretextos

de apretarme el pecho,

constriñendo mis recuerdos,

abreviando las palabras

que nunca pronuncié.

Hoy, le he preguntado de nuevo

¿Por qué?,

y con su vieja maña

me ignora,

no me mira,

me humilla,

y en complicidad con

el pañuelo secan los ríos

de recuerdos

y de voces que caen

en la alfombra.

 

Por un momento

se va,

me deja sola,

coqueteando desde allí,

desde el mismo espacio que la conocí.

 

Me advierte

su lento regreso,

su silenciosa presencia,

que me abraza,

por siempre ,

disfrazada de comedia, 

danzando conmigo al vaivén de mis instantes,

robando esas palabras

que nunca pronuncié.

De su libro:

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