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Con cada palo de agua,
Madre ponía veladoras;
San Isidro sordo a rezos,
Nos hacía volar
Con ollas y trapos
Para reciclar el llanto
Enfurecido de Dios,
(que
a chorros caía en
piezas
y zaguán).
Cuando por fin
El Santo respondía,
Madre, atizaba el calor,
para
iluminar el hogar,
que
tranquilo, sin el padre,
Recogía lluvias permanentes
Y alegrías sin dolor. |
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