Tercer domingo de junio
“Día del padre”,
y
yo igual que otros,
ya
sin ti…
sin
mi contador de cuentos
con
quien pasaba las tardes
entre
príncipes y hadas,
magos
, reyes y duendes de orejas largas.
Con quien jugaba matatenas,
perinola,
damas
chinas, las inglesas, los changuitos,
serpientes
y escaleras, la polaca,
la
baraja… y se dejaba ganarle,
para
que esta berrinchuda
“siempre alante”,
“siempre alante”,
como
solía yo decirle:
¡yo
primero!, ¡yo primero!
Yo la primera salida,
yo
la primera jugada
y
hasta las reglas del juego
si
era preciso cambiaba.
Me diste tanto, padre,
tu
tiempo, tu apoyo, tu comprensión
y
yo… y yo ahora ¿qué puedo darte?
Una oración, una veladora,
flores
en el panteón
y
unas lágrimas sinceras
que
brotan, no sólo de mis ojos,
también
de mi corazón.
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