Los imaginarios están
en todas partes,
Y en ninguna.
Luces que queman y
alumbran,
Cada luz es un centro,
de otras luces,
Y son savia que alimenta
vida digna,
entre escombros y
líquenes, amapolas y barros,
borra la tormenta a veces,
intrépidos caminos
ni una hoja de papel
se recoge del suelo si no hay sueños ni esperanza. ¡
sin embargo, viajamos
cual fugaz meteoro, hacia la parca.
Algo superior nos trajo aquí.
Abruma mi pecho este
silencio sin aves,
Bajo el tenue
meridiano de estas horas tardías,
Se hunde la tarde
entre luces de ocaso.
En el centro de esta
borrasca que nos niega,
En el tumulto de
quienes son lanzados al erial humano,
Un Dios bondadoso nos
carga en el camino de las diásporas
Tu rostro y tus muslos
crecen en la noche,
y me abrazo a tu mirada, que sobrevive al
tiempo.
Un poco como Job
avanzamos en medio de las piedras,
hay un cielo de
truenos y relámpagos, y fieras,
un campo de espinas, apuñala
la tarde
y borra
el rastro discontinuo, de los caballos.
Es camino de sangre, de
dagas y tijeras y corsarios
En las sombras
húmedas, nuestros pies avanzan.
Hemos tenido varias
pieles.
Hemos sido primates a veces,
en la densa selva,
Peces y plancton en
inmenso y agitado mar.
Espumas efímeras sobre
la cresta blanca de las olas.
Sin valores ni
principios no somos nada.
esa sabia secular y
originaria, no es de la escuela,
Tiene un padre que
remo en la tempestad,
Para traernos a un
puerto temporal,
De sueños e ilusiones.
Tiene una madre que
velo en largas noches de vigilia
Y Oigo sus pasos hacia
el corredor de azucenas.
Muy adentro llevamos
el paisaje milenario
De las noches sin luz.
El miedo en las cuevas
y la angustia del hambre.
La niña de boina
negra, ante la puerta, siente la lluvia y la nieve por dentro,
Que tapona los caminos
de Esperanza.
Sísifo continua su
ascenso cíclico ahora, con la enorme piedra
Del hambre y la
injusticia.
Seguimos siendo como
ayer Siervos sin tierra.
Seguimos creyendo en la
telúrica fuerza del amor
Para vencer la espada
de la muerte,
Soñemos una primavera eterna
de flores y aromas.
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