Los imaginarios
César Molina Consuegra


Los imaginarios están en todas partes,

Y en ninguna.

Luces que queman y alumbran,

Cada luz es un centro, de otras luces,

Y son savia que alimenta vida digna,

entre escombros y líquenes, amapolas y barros,

borra la tormenta a veces, intrépidos caminos

ni una hoja de papel se recoge del suelo si no hay sueños ni esperanza. ¡

sin embargo, viajamos cual fugaz meteoro, hacia la parca.

 

Algo superior nos trajo aquí.

Abruma mi pecho este silencio sin aves,

Bajo el tenue meridiano de estas horas tardías,

Se hunde la tarde entre luces de ocaso.

 

En el centro de esta borrasca que nos niega,

En el tumulto de quienes son lanzados al erial humano,

Un Dios bondadoso nos carga en el camino de las diásporas

Tu rostro y tus muslos crecen en la noche,

y me abrazo a tu mirada, que sobrevive al tiempo.

 

Un poco como Job avanzamos en medio de las piedras,

hay un cielo de truenos y relámpagos, y fieras,

un campo de espinas, apuñala la tarde

y borra el rastro discontinuo, de los caballos.

 

Es camino de sangre, de dagas y tijeras y corsarios

En las sombras húmedas, nuestros pies avanzan.

 

Hemos tenido varias pieles.

Hemos sido primates a veces, en la densa selva,

Peces y plancton en inmenso y agitado mar.

Espumas efímeras sobre la cresta blanca de las olas.

 

Sin valores ni principios no somos nada.

esa sabia secular y originaria, no es de la escuela,

Tiene un padre que remo en la tempestad,

Para traernos a un puerto temporal,

De sueños e ilusiones.

 

Tiene una madre que velo en largas noches de vigilia

Y Oigo sus pasos hacia el corredor de azucenas.

 

Muy adentro llevamos el paisaje milenario

De las noches sin luz.

El miedo en las cuevas y la angustia del hambre.

La niña de boina negra, ante la puerta, siente la lluvia y la nieve por dentro,

Que tapona los caminos de Esperanza.

 

Sísifo continua su ascenso cíclico ahora, con la enorme piedra

Del hambre y la injusticia.

Seguimos siendo como ayer Siervos sin tierra.

 

Seguimos creyendo en la telúrica fuerza del amor

Para vencer la espada de la muerte,

Soñemos una primavera eterna de flores y aromas.