Solo sospecho que
sueño,
Con los ojos abiertos.
Mas mis manos tocan
las flores
Caen gotas desde la
ventana abandonada,
Y hay muertos
insepultos.
Hoy desearía cantar a
los Geranios, y Cayenas
y no a la memoria de los muertos.
Mas la tierra mana
sangre en sus surcos y viñedos
en sus venas, y
socavones,
la muerte como un alma
en pena, nos asedia y nos enreda,
Se que nada queda al
fin
Después del último
suspiro,
Si es carne solo de lo
que hablas,
Podrida la envoltura
del cuerpo, alza el vuelo
tu verdadero ser, más
allá del tiempo y del espacio.
Polvo, huesos,
cenizas, tierra, piedras serán eternas,
Como el espíritu que
se libera.
Un espejo de agua atrapara
siempre, las cenizas,
Afirmando tu ser, en
lo que has sido,
En lo que sembraste
bajo la lluvia de fuego.
Y tomara nueva piel
sobre las espumas del mar.
Un tren de olvido pasa
cargado de recuerdos.
Con whitman apostamos a una vida Nueva,
tras la blanca
incertidumbre de tantos días aciagos,
recordamos el verbo
hecho carne de Jesús crucificado.
Pese a tantas iras y
frustraciones acumuladas,
Seguiremos cantando a
la vida, con los miedos represados.
Como el payaso en lo
alto del trapecio...caminamos,
Sin olvidar en el
limbo de los dioses primitivos
La operación ORION…
Pues tras las máscaras
viene la masacre.
En el fondo soñamos lo
tangible,
La vida es apenas un
pasadizo efímero
De búsqueda
infinita sin sosiego,
un camino errante de
naves
Condenadas sin piedad
hacia el Naufragio.
Bajo el sombrero voltiao
En la sombra de un guayabo,
milenario,
A orillas del gran
rio…
hay un hombre que
sembrara peces
en la tierra, al
despuntar la Aurora
Ese paisaje
sobrevivirá a la muerte en su retina.
Este cielo sin luces
saltara
Por el borde sombrío
del universo.
Será el último grito
de la desgracia
Que se arrancara del
corazón.
Espantamos el viento
de la guerra,
Y regresa como la
maldición de un faraón,
que deja cuerpos
mutilados.
Los patos y los cerdos
huyeron espantados,
De las estacas de las
cercas penden las cabezas cercenadas.
Y los brazos y piernas
amputados.
Ahora llueve a
cantaros sobre la tierra triturada,
Mas la lluvia no
lavara la sangre derramada,
Hombre y Dios se
debaten en el borde del infinito,
En la singularidad con
que viajamos en el tiempo.
Como en un nuevo
Sinaí, la semilla brotara
Bajo el relámpago y el
trueno que sacude
Las entrañas de la
tierra.
¿Es esta soledad
salvaje acaso el preludio de un renacimiento?
Tras las alambradas
brotaran nuevas semillas,
Será la hora de cantar
a las orquídeas y azucenas.
Un nuevo sol brillará
de nuevo.
Allá en lo alto.
Porque el hombre del
hombre es hermano.
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