Hay un abismo que
palpita
Un universo como telaraña
sedienta;
Que resuena adentro como
un Binbang
De líquidos que escurre
entre las piernas.
Una cintura de ébano que
danza;
Senos erguidos que se
alzan y desafían la gravedad sin apuros.
Mis manos que trazan tu
espalda
Y recorren las colinas de
las nalgas alzadas que vibran de lujuria.
Una lengua que surca tus
orejas
Y tu mano que atenaza
abajo
El báculo que se desespereza
Entre las sombras y las
luces.
Entra la carne en la
carne;
Abriendo las puertas del
infinito;
Tus ojos titilan y gimes
Como una radiación de
fondo
Que bulle y gira en
éxtasis.
Tu carne se abre sedienta
Y siente el primer
espasmo del placer
Que viaja como corriente
alterna
Sobre la piel en llamas.
Me abrazas y giras en
torbellino
Sobre el mástil que
erguido se levanta
Y entra fiero una y otra
vez
Sobre la braza ardiente
de tu cuerpo
Que tiembla en paroxismo
primigenio.
Sobre esta lluvia de luz;
Somos testimonio de la
carne
Que canta a la vida sin
mañana.
La Aurora está en
nosotros
Y la ciudad en ruinas.
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