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Los
seres humanos tenemos actitudes que, muchas veces, nos hacen dudar de nuestros
sentimientos y emociones hacia el prójimo. Este es un ejemplo de lo crueles que
podemos ser en cualquier etapa de la vida.
Sucedió
en mi juventud; teníamos un amigo, vecino de barrio, que jugaba muy bien fútbol
y era un gran bailarín; eso atraía a las chicas y, por supuesto, nos causaba
envidia a la mayoría que ni jugábamos bien y no sabíamos llevar el compás en
los bailes.
Dicen
que nada es eterno en este mundo y un día nuestro compañero, practicando otro
de sus deportes favoritos, bajaba una cuesta a toda velocidad en su bicicleta y
se metió por detrás de una volqueta que frenó bruscamente. Quedó tendido en el
pavimento y el conductor del pesado carro ni cuenta se dio. Por fortuna algún
alma caritativa lo recogió y lo llevó al hospital más cercano.
Por
la gravedad de las heridas los médicos no tuvieron más solución que amputarle
ambas piernas a la altura de las rodillas. Desde entonces quedó con el
sobrenombre de INCOMPLETO. Que crueldad. |
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