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A las ciudades pequeñas y poblados de mi país, todos los años y por
diferentes épocas llegaban circos que yo llamaba pobres, con artistas ya
envejecidos, payasos que pretendían ser graciosos y animales desnutridos, pero,
a falta de otras distracciones los habitantes íbamos a las funciones, en
especial niños con sus abuelos y adolescentes en plan de sabotear algunos
actos. En mi ciudad de provincia abundaban los perros callejeros y algunos
gatos que rondaban en las noches y peleaban sobre los techos de las casas en
sus ritos de apareamiento. Misteriosamente, estos animalitos empezaron a
desaparecer, justo cuando llegó un circo más importante que todos los
anteriores, con una inmensa carpa, maromeros, contorsionistas, magos, payasos y
animales entrenados que alegraron nuestras vidas. Entre los animales iban, además de un elefante, tres caballos y
cinco perros, dos tigres de bengala y tres leones melenudos. Bueno, el asunto
es que estos cinco últimos son carnívoros y esa es su única dieta. Pues desde
el día siguiente a la llegada del dicho circo empezaron a desaparecen perros,
gatos, palomas de la iglesia y algunos animales domésticos. Los tigres y leones
se veían bien alimentados. Cuando comenzaron los comentarios sobre estas desapariciones, entre
los habitantes mayores, en especial las viejas chismosas que no faltan en los
pueblos; los muchachos púberes, que tenían una pandilla, se miraban y sonreían
maliciosamente. |
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