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Una
familia china se apareció un día cualquiera en el pueblo y se instaló en una
casa de las afueras; casi nadie se dio cuenta porque entre semana la población
es solitaria y el trasteo, si así se puede llamar, era muy pequeño. El
apellido de estos extranjeros es PU y, como puede suponerse, les inventaros
toda clase de chistes. Pero en la realidad, los muchachos PU, eran bastante
problemáticos y nadie se trataba con ellos. A las primeras de cambio, como se
dice, se enfrentaron a un grupo de jóvenes burlones y les dieron una tremenda
muenda; los PU son expertos en artes marciales chinas y, a raíz de varias
peleas, nadie se trata con ellos. El
señor y la señora PU son dos personas respetables que elaboran hermosas
artesanías para vender en la capital y, todo lo contrario de sus retoños,
mantienen buenas relaciones con todos en el municipio. Los chicos PU no pueden
estudiar porque no saben muy bien el idioma español y aprenden con sus padres a
leer y escribir en chino. Como hay muchas cosas para contar de esta familia,
por ahora solo les presento a la familia PU. Como
todo lo malo que pasa hay que adjudicárselo a alguien, en el pueblo cuando
aparece algo dañado o se pierde un animal todos piensan que los responsables
son los hijos de PU. Pasaron los años y los hijos de PU se fueron del pueblo
para la capital. Allí podían hacer sus fechorías en gran escala; a veces caían
en manos de las autoridades, pero siempre salían en libertad. Entonces se
dedicaron a la política y se hicieron famosos, por eso todos los delitos que
cometen los grandes políticos, por extensión se los adjudican a los hijos de
PU. |
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