Un cronopio dibuja fuera del papel unos coches que van a toda
velocidad por la autopista sin ser vistos por los conductores. Uno llora sin
parar porque el campo que atraviesa está seco, el otro ríe porque ve aquellos
árboles verdes. Por la ladera de la montaña atraviesan los dos en los coches
toda la lluvia caída en varios años. No como los que predicen el tiempo sin
saber lo que dicen, ellos lo saben todo, están fuera de órbita y a la vez
dentro. Los niños cronopios dibujan seres animados e
inanimados, les dan unas formas imaginadas o enemistadas. Pueden trasladar
enormes piedras. Beber en la copa de los árboles, sentarse en las rocas y
atraer la imaginación a los poetas. El tren pasa por su casa, los coches se
detienen, comen, duermen, dibujan sin un solo trazo.
|