
Resucitó al quinto día como un buen
profesional. Los árboles ya habían perdido sus hojas y las
persianas ocultaban los rostros de la gente. Los barcos del puerto
desaparecieron tras el vendaval. Su mujer, cansada de llorar, vivía con
otro hombre. El hijo al que tanto habían amado, desaprendió en un
solo día todo lo que pudo y más. Yo vuelvo a mi tumba, a mi
tierra y a mis muertos, que en esta vida nadie me espera.
Gurpegui
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