“El vino lograba embriagar sus sentidos pero,
por fin, sintió de verdad.
Sintió la pena, el dolor, el enfado, el
coraje, las decisiones que nunca había tomado.
El amor, su cuerpo, los deseos ocultos que
siempre había tenido, su sexualidad, su anhelo de amor profundo en cada
inspiración.
Ese encuentro tántrico
le había supuesto tanto... Esas velas, ese intercambio con almas
desconocidas que habían actuado como detonante de su ESENCIA.
Ella era pura pasión, puro amor y se había
escondido en una mujer complaciente y agradable, tan agradable...
Caricias, placer, incienso y fusión sincera
de energías le habían dado a Sherezade la
posibilidad de ser ella misma.
Esa esclava que se había liberado y que ya
era consciente de su identidad.
Salvaje, sexy, libre
,fuerte y con todo el amor del mundo para compartir con cuerpos y
almas que se cruzaran con ella dispuestos a evolucionar...
Y decidió, ante una copa de vino
blanco, hacer lo que su interior le pedía. Y era dejarse llevar. Amar,
vivir, entregarse al momento presente sin pensar.
Sin caretas. Sin artificios. Sin miedo y
confiando.
Confiando que cada experiencia que vivía era
única y destinada a fortalecerle, a hacer de ella un ser, una mujer
completa, bella y auténtica.
Sabía que no dejaba a nadie indiferente.
Sabía que era pura vida y que la destilaba
por los poros de su piel.
Sabía que había tanto poder en ella que era
difícil controlar ó prever que iba a ocurrir...
Ni ella misma sabía!!!
Últimamente estaba acudiendo a un sinfín de
encuentros que le estaban preparando el camino.
El camino a su liberación
Se acabó la Sherezade
buena.
Se acabó la Sherezade
complaciente.
Se acabó la Sherezade
controladora
Empezó la Sherezade
auténtica, brava, humilde, sencilla pero firme y clara en sus convicciones.
La que siempre reclamó y obtuvo.
La que quiere, desea y expone.
La que alborota corazones con su autenticidad
y carácter, con su pelo rizado y su cuerpo sexy...”
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