Esencia




“...Y Sherezade miró el mar.

Era difícil desvincular su alma de aquella fusión tan perfecta.

La arena caliente, sus pies descalzos y su barbilla recostada entre sus rodillas. Había nacido para el disfrute de las cosas profundas, para amar, para vivir, para gozar, para gritar al mundo en forma de voz cálida y figura sinuosa que alcanzar los deseos de nuestro corazón son siempre posibles...

Ella no cambiaría nunca, pasara lo que pasara porque aún sin proponérselo era un referente y sabía la responsabilidad que ello conllevaba...”