|
|
![]() |
|
“…Sherezade descubrió que la
constancia no era su mayor virtud. Tampoco la paciencia. Sin embargo la
vida le tendió la mano para que
aprendiera. Para que aprendiera a esperar cuando era necesario y a no
esperar ni un solo instante cuando lo
que deseaba estaba a escasos segundos de su corazón. Ella era maestra de almas todavía cobardes, aprendiz de maestros de vida y esclava de sí misma y
sus ganas de VIVIR con mayúsculas. Había pasado por muchos pueblos, mercados y mercaderes en los
que su alma fue escribiendo capítulos llenos de sabores, olores y colores. En diferentes lugares del
Universo, en el mismo escenario que ella eligió un día su esencia crecía y se
expandía a través de vivencias comunes. Tras una trayectoria
genuina, siempre leal a sí misma y sin traiciones imprevistas, Sherezade besó en la frente a su amor, a su hombre ese día y a esa hora y sin promesas le abrazó
y se entregó a él como sólo ella sabía hacerlo, DE VERDAD…” |
|
|