CAROLINA GREKIN GARFUNKEL (Autorretrato)


Yo soy yo

y me di cuenta no hace mucho,

cuando me perdí en la multitud

y me encontré en el espejo de mi baño.

 

Soy una caja de sorpresas;

me cuento chistes nuevos y me río.

Me gustan nuestras conversaciones conmigo

porque me regalo juicios inteligentes

y no tengo que sentirme culpable,

y cuando digo estupideces, no hay testigos.

 

He logrado elevar el fracaso a la categoría de arte

y desdecirme de lo pensado y de lo dicho

sin cargo de conciencia y sin vergüenza.

Aprendí caminando mi camino

que debo perder todo

si quiero alguna vez ganarlo todo.

Sólo lo primero he conseguido.

 

Puedo caminar y mascar chicle al mismo tiempo

pero me niego a conversar contigo

mientras tecleo en el blackberry

o pienso en las tareas de mañana.

Si tú lo haces yo me limitaré a rumiar mi rabia.

 

Yo miento poco, creo, pero no confío en nadie.

Ni siquiera en mí. Porque yo siento miedo

y sé que tú también lo sientes.

 

 

Camino por las calles sonriendo

a los árboles, a los perros,

al cielo cargado de nubes,

porque Dios es un gran paisajista.

Sonrío y me despido de las guaguas

que no volveré a ver quizás

hasta cuando crezcan y ya no les sonría;

le sonrío a las nanas que crían hijos ajenos

mientras abandonan a los propios

y me duelo de su dolor escondido…,

Por eso les sonrío.

También sonrío mientras converso contigo,

no sea cosa que tú no me mientas

y quiero premiarte por ello.

 

 

Rehuyo los consejos no solicitados

y valoro lo auténtico por sobre lo espontáneo.

Me gustan más las preguntas que las respuestas,

y el silencio humilde del sabio

es música celestial en mis oídos.

 

Me aburre la socialización vacía

y las fiestas culturales para el pueblo.

Ni iglesias ni partidos políticos,

ni modas ni revistas femeninas.

Dame un mate y panes al rescoldo,

un tecito, hallulla y mantequilla

en la cálida vivienda de un amigo.

El tres es el número mágico:

Tú, yo y nuestro mejor esfuerzo.

 

Soy alérgica a la vida;

la existencia cotidiana me supera:

no vine preparada y nadie me enseñó

a soportar la traición e indiferencia

tal si fueran el pan de cada día.

Pero acepto que no haya vuelta atrás,

que debo seguir hasta la próxima

y salirme de este juego con alguna dignidad.

 

¿Quién soy yo? Yo no lo sé.

Mientras más cerca, más lejos.